jueves, 1 de julio de 2010

COLOMBIA: “MODELO DE IMPUNIDAD” TIPO EXPORTACIÓN

No había bajado la pluma en la elaboración del texto acerca de nuestros muertos políticos —digo nuestros muertos porque soy colombiano y los muertos políticos de Colombia me duelen, así parezca que sufro de un delirio político— cuando el horizonte político mexicano sintió el balazo. Los sucesos de esta semana en México no pintan un porvenir prometedor en cuanto a la justicia y la paz. Este mismo día, 01 de julio de 2010, se leen, en el diario “La Jornada”, las palabras con las que diputados del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y el PRD (Partido de la Revolución Democrática) aluden al “enrutamiento” de la situación política mexicana, hacia la sin salida de violencia que llevó a Colombia a elegir un gobierno autocrático[1]. Pero lo que preocupa es que la muerte del candidato a la gobernación del Estado de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, a manos de “no se sabe quién”, es, junto a otros sucesos acontecidos en las últimos dos años en México, la punta del iceberg de la situación de violencia política y violencia social que se está abriendo paso en el campo político mexicano.

No es la primera vez que México se halla en una situación de violencia política, pues, los crímenes políticos habían enlutado la escena democrática de la federación desde la misma Revolución Mexicana (piénsese en la inolvidable muerte de Madero), en los 60´s la masacre de Tlatelolco y la represión de aquellos años documentados por Helena Poniatowska y en los 90’s la muerte del candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, último crimen perpetrado con magnitudes políticas significativas, hasta el pasado lunes día del asesinato del candidato a la gobernación de Tamaulipas ya mencionado.

Lo que llama la atención de todo esto es que México, desde el inicio de la presidencia de Felipe Calderón, ha comenzado una clara importación del “modelo de impunidad” colombiano; aquella máquina de violencia que “made in Colombia” ha empezado a perfilar en México una atmósfera política similar a la de nuestra nación. Veamos muy superficialmente las características del modelo de impunidad que se está implementando en México y que tiene "copyrights" colombianos:

1. Una llegada al poder con serias dudas sobre su legitimidad (no así sobre su legalidad) que abre una Política de Seguridad Nacional (al modo Colombia) en franca guerra contra el narcotráfico y las organizaciones delictivas mexicanas.

2. Una enrarecida atmósfera social que incluye múltiples actores armados: paramilitares, militares, policías, delincuencia común[2].

3. Una situación de agitación social protagonizada por los sectores populares, indígenas, trabajadores, otras asociaciones y organizaciones como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) o el movimiento de lucha por la autonomía indígena de san Juan Copala. Agitación social que incluye la presencia de grupos paramilitares que reprimen los movimientos indígenas y campesinos, así como la presencia de grupos paramilitares antizapatistas en Chiapas que atentan contra personas pertenecientes y afines a las Juntas del Buen Gobierno (JBG)[3].

4. El secuestro político y extorsivo.

5. Control del narcotráfico sobre amplias zonas, en especial en el norte del país donde se encuentran las rutas de paso de productos ilícitos provenientes del sur (Colombia)[4].

6. Un movimiento de oposición liderado por Andrés Manuel López Obrador, entre otros muchos problemas de orden social y civil: protestas del FPDT (Fuerza de los Pueblos en Defensa de la Tierra) por el encarcelamiento de líderes indígenas y campesinos acusados de secuestro tras haber retenido un tiempo a funcionarios del Estado, así como la inestabilidad social en Oaxaca que tiene por epicentro los más de 30 muertos y desaparecidos el 14 de junio de 2006.

7. Todo lo cual evidencia el “etiquetamiento” apresurado de delincuencia y terror a sectores que se mantienen en la lucha por la reivindicación de sus derechos, sin matizar y sopesar a la luz de la democracia y del derecho, la estrategia de oposición de los grupos sociales (que son múltiples y que no se pueden ubicar dentro de un concepto unívoco de reivindicación).

8. El compromiso ideológico por parte de los medios de comunicación, el periodismo faccioso, tendencioso, ligado al hecho de que son cadenas o grupos informativos que pertenecen a las élites. Los periodistas representan un modelo de “actuación” en que la actitud y el juicio no objetivo impactan la opinión pública.

9. Una población desinformada o mal informada sobre el asunto político, sobre el hecho político y sobre todo, sobre los conceptos fundamentales de la política, de la ley y la constitución política.

Llamémosle a esta compleja situación de orden público y político “enrarecimiento de la atmósfera política”, lo cual nos permite afirmar que no se tiene claridad para establecer quién manda, quién dispara, quién idea, quién organiza. De este modo, el plano político se halla invadido no sólo por la gran hidra que el mismo Calderón ve en el narcotráfico y en las facciones “violentas” de la delincuencia, sino por un auténtico pulpo (más que hidra) que promueve la facción, el enturbiamiento de la escena política, liderado por los grandes emporios económicos del planeta que a través del FMI y del BM (hablo en particular de los dueños de la Casa Blanca o sea la corporación J.P. Morgan-Chase y el Citygroup (Citybank)) obligan a los gobiernos latinoamericanos a implementar políticas favorables a sus intereses económicos (o lo que es lo mismo, a la inversión privada que tiene al Estado norteamericano como epicentro de su operación imperial)[5].
Esta red económica imperial lucha contra el narcotráfico (a pesar de que el narcotráfico es uno de sus principales consumidores ya que las casas farmacéuticas y químicas, monopolizadas por estos dos grupos, son las que producen las materias primas para la elaboración de la cocaína) para poder generar el conflicto necesario al debilitamiento de la institucionalidad del Estado y controlar mediante gobiernos autocráticos los destinos no políticos, sino económicos, de las naciones que están por debajo del río Bravo.

Vista así la situación, se evidencia que el modelo de impunidad que ha llevado al poder neoliberal colombiano al éxito (representado por su actual jefe de Estado, Álvaro Uribe Vélez y que mantendrá continuidad con su delegado Juan Manuel Santos que se posesiona el 7 de agosto como nuevo presidente) ha sido un asunto previamente meditado y calculado. Con ello se evidencia que los actores del poder político, en países como Colombia o México, son espíritus mezquinos que, obnubilados por el ejercicio del poder y del enriquecimiento particular (políticos de oficio) han interpretado a cabalidad la voluntad y los intereses de los sectores privados, partículas de los monopolios económicos trasnacionales, haciéndole creer al pueblo —que es una heterogeneidad de modos de ser pueblo— que lo que se interpreta en el poder político elegido por voto popular es su voluntad. Ser político en Colombia y en México es saber interpretar la fuerza de los intereses privados de los grandes grupos simulando, a través de una alianza estratégica con los medios de comunicación, llevar la representación del poder del pueblo. Puro “choro” como diría un mexicano o puro "paro” en la jerga colombiana.

Esta situación permite reconocer varios ejes comunes que se ejecutan en el campo político de Colombia y de México y que mantienen una relación estrecha unos con otros mediante un proceso en red:

1. La desestabilización del orden social mediante el enrarecimiento de la atmósfera política.

2. El control del ánimo ciudadano mediante la propaganda de la inseguridad con el fin de generar miedo. Aquí quiero hacer mención de un hecho que viví hoy en una de las estaciones más concurridas del metro de la Ciudad de México: estaba esperando en el andén mientras las bocinas del centro de información emitían una especie de anuncio de prevención contra el secuestro. Indicaban cómo se debía proceder en caso de que se fuese víctima de este flagelo, lo que a mi sereno y suspicaz pensar me evidenció un dispositivo de interiorización del miedo, así como provocación de la sensación de inseguridad y pánico colectivo.

3. La propaganda política a favor del Plan se Seguridad hecha mediante las alocuciones presidenciales de Felipe Calderón por la televisión, en las que recalcan el factor “violencia” y el estado de miedo y conmoción, en un claro intento por legitimar sus política belicista contra el narco y los sectores violentos como la delincuencia común. Mismo Plan de Seguridad que ha sido diseñado remedando la política de seguridad implantada por Uribe Vélez en Colombia y que ayer, 30 de junio, ha sido puesta en entre dicho por los senadores y diputados priistas y perredistas, así como por el representante de la Oficina Regional de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en México, el Sr. Antonio Mazzitelli[6], y hasta por el diario El País que es el más importante para los países de habla española.

4. La persecución sistemática a la oposición y a los líderes campesinos e indígenas mediante acusaciones falsarias que aplican la ley obligándola a que responda a casos que no son más que luchas de los pueblos y los excluidos, antes situaciones de explotación, maltrato, hostigamiento y falta de autonomía sobre sus propias tierras.

5. Existencia de franjas del territorio mexicano que son “tierra de nadie”, una especie de lugar sin ley ni Dios donde reina el más fuerte; hablo particularmente de lugares como Ciudad Juárez donde existen territorios o zonas sin control por parte de la fuerzas armadas mexicanas.

6. Facciones, microguerras al interior de los grupos delincuenciales que, en crímenes como el de este lunes, impiden reconocer con eficacia los culpables. Crímenes políticos que sabemos pueden incrementarse, con toda certeza de su impunidad, pues, estas microguerras fortalece la "atmósfera enrarecida" de la gran “guerra de enemigos invisibles”, claramente favorable a los intereses de los grandes carteles económicos.

7. La falta de información periodística imparcial y meta-ideológica (más allá de las tendencias y compromisos personales respecto de los actores políticos tradicionales, de tal modo que el objeto sea la política y no la politiquería de oficio, a la cual resultan favorables siempre).

Los grupos económicos señalados, es decir, los dueños de los hilos del macropoder, cínicamente se cruzan de brazos sin importarles el dolor del luto de las familias de los muertos, el dolor de las familias y propio de los desaparecidos, de los secuestrados, de los encarcelados y perseguidos, de los desplazados (fenómeno que en México ya ha iniciado en los Estados del norte y que en la emisora “Imagen”, 90.5 FM, criticaba desde las barrera la periodista Fernanda Familiar invitando a la gente a permanecer en sus emplazamientos para resistir a la violencia. Fácil predicación e invitación de púlpito que la periodista no es capaz de concebir desde su cómodo set de emisión: ¡la violencia enrostrada espanta!).

Así el panorama, brevemente expuesto, superficialmente mencionado, nos queda claro que los vientos neoliberales del norte conforman un macropoder, con una geopolítica que desconoce los procesos sociales de los pueblos. Este macropoder ha implementado estrategias de dominación mediante “planes” que llevan al exterminio de los recursos económicos de los pueblos, de las tierras. Al desconocimiento de la seguridad alimentaria de los países así como a la mono-sobre-explotación de recursos combustibles. Para ello se han creado los TLCs, se han modificados las constituciones (ver el artículo 142 sobre servicios públicos de la constitución colombiana claramente favorable a la inversión de “grupos particulares” que no son otros que los grandes grupos económicos del planeta) y sobre todo, que es lo que realmente nos importa, se ha esquilmado la democracia de los países. Al mismo tiempo, se ha impuesto un “modelo de impunidad” que hace desaparecer cualquier fuerza política con pretensiones de transformación moral del orden político injusto, sanguinario y desalmado.

Por los futuros desplazados del continente, por los próximos huérfanos y viudas, por los hombres y mujeres que se mantienen en la lucha en la exposición de su integridad física, por los presos políticos, es hora de empezar a pensar lo político de forma alternativa, mediante la búsqueda creativa y micro-revolucionaria (no violenta) del sistema opresor. No se trata de apelar a las tradicionales luchas que permiten al verdugo enseñorearse voluptuosamente sobre el débil, sino convertir la debilidad en una potencia, la fuerza de los débiles que no se opone al opresor sino que lo transforma.

Esta vez dejamos de lado la pasión del discurso más filosófico y abstracto a cambio de una especie de redacción más al estilo de una crónica noticiosa, pero fue necesario pensar en esa similitud política entre pueblos hermanos, Colombia y México, para poder comprender que el enemigo no es sólo un Estado autoritario que se avecina, sino para invitar a pensar una posible transformación creativa de la resistencia.

Yecid Calderón Rodelo
Altiplano que tiembla, México 01 de Julio de 2010.

[1] “El país, en ruta parecida a la de Colombia: legisladores priístas y de PRD (…) El país –señalaron– está en una ruta muy parecida a la época en que en Colombia los cárteles asesinaron a políticos y candidatos. “Es imprescindible que el discurso del Ejecutivo se convierta en acciones”, indicó el vicecoordinador de la diputación priísta, Jorge Carlos Ramírez Marín”. ver en:
http://www.jornada.unam.mx/2010/06/30/index.php?section=politica&article=017n1pol
[2] “(…) se ha evidenciado la complicidad del gobierno estatal y el sistema de partidos, en los sucesos del 27 de abril de 2010 contra una Caravana Humanitaria que se dirigía a un poblado, cercado por paramilitares bien pertrechados.”, ver:
http://bolivia.indymedia.org/content/20100612/reportaje-la-lucha-por-la-autonom%C3%AD-ind%C3%ADgena-pol%C3%ADtica-en-san-juan-copala-oaxaca-%E2%80%93-m%C3%A9
[3] “Eso sucede no solo en Oaxaca, sino, desde hace muchos años también en Chiapas, donde se registran ataques paramiltiares a los adherentes y bases de apoyo Zapatistas, que colaboran con las Juntas de Buen Gobierno (JBG).” Ver:
http://bolivia.indymedia.org/content/20100612/reportaje-la-lucha-por-la-autonom%C3%AD-ind%C3%ADgena-pol%C3%ADtica-en-san-juan-copala-oaxaca-%E2%80%93-m%C3%A9
[4] http://www.ernestojustiniano.org/2010/07/mueren-21-personas-en-enfrentamientos-entre-narcos-en-el-norte-de-mxico/
[5] http://www.gratisweb.com/ciclocrisis/nucleo.htm
[6] http://www.jornada.unam.mx/2010/07/01/index.php?section=politica&article=015n2pol