miércoles, 2 de junio de 2010

YO QUIERO SABER QUÉ ES UN PUEBLO

La palabra pueblo es una de las palabras más usadas por lo teóricos en filosofía política, por los partidos políticos, por los políticos, por la gente común. Es un término que va y viene y que pocas veces nos detenemos a analizar en cuanto signatura política. Digo signatura en el mismo sentido en que usa ese término el filósofo francés M. Foucault. Para ir ganando claridad en estos conceptos que a primera vista pareciera demasiado abstractos, vamos a ir desplegando tanto la definición de pueblo como la función teórica que como signatura de lo político conlleva. Signatura es, tratando de hacer legible a Foucault y esperando no traicionarlo en nuestra "traduccción", los puntos que anudan lo semejante. Toda semejanza (convenientia, aemulatio, analogía y simpatía que son las semejanzas que del siglo XVI rescata el filósofo citado en su obra Las palabras y las cosas) es una forma de relación espacial. Es confrontar dos planos o dos volúmenes que presentan isotopías, parecidos, similitudes en las superficies. Cuando nos percatamos de una semejanza es porque una signatura nos ha llevado de un espacio a otro permitiendo vincularlos. La signatura es la sospecha de la semejanza y es el punto que interconecta lo semejante.

Ahora bien, hemos dicho que pocas veces nos detenemos a considerar que la palabra pueblo en realidad es una signatura política o que por lo menos podría ser tratada como tal. En este texto intentaremos apreciar el carácter de signatura del concepto pueblo, el cual creemos que es clave para poder ir reconociendo el significado y la función semántica de este término tan usado para, finalmente, darle el valor político crítico que corresponde. Por eso parto de la cuestión: yo quiero saber qué es un pueblo. Quiero conocer el sentido de aquella frase que dice "la voz del pueblo es la voz de Dios" o cuando se escucha la consigna, tan usada en estos hemisferios, "el pueblo unido jamás será vencido". Quiero saber qué es lo que pienso cuando me cuentan que hubo una Conferencia mundial de los "pueblos" de la tierra en Bolivia (abril 19-22 de 2010). Quiero saber por qué el "pueblo no aprende" o por qué dice la ranchera "soy el hijo del "pueblo". Quiero saber a qué pueblo se refería Marx con su famosa frase "la religión es el opio del pueblo". Me interesa saber por qué los antropólogos dicen tanto "los pueblos primitivos" y quiero conocer la relación que hay en todo esto.


Ya con esta polisemia evidenciada nos queda algo claro: la palabra "pueblo" se dice de muchos modos, como diría Aristóteles en el libro I de la Metafísica pero en ocasión del ser, lo que me hace pensar que entre ser y pueblo, entre realidad y pueblo hay otra signatura que vincula y asemeja, ya veremos que la tranformación o la creación de una realidad es sólo a partir del pueblo políticamente entendido, es decir, entre ser y pueblo hay una relación de causa, pues, el pueblo causa su realidad, su ser

Empecemos por lo simple, pueblo deriva de la voz latina populus que al tecnificarse en el pensamiento político de Cicerón llegó a significar "la asociación basada en el consentimiento del derecho y en la comunidad de intereses". Pero esta noción que es propiamente política surge de una experiencia particular de comunidades concretas. Los plebeyos, la clase menos poderosa de Roma en cuanto al poder político, se habían configurado a partir de aquellos grupos primitivos que vinieron a Roma atraídos por la prosperidad de la ciudad o simplemente eran esclavos libertos.


Este grupo "no era gente", no eran patricios. La mentalidad política tradicional solía denominar "no gente" (también lo hacian algunos indígenas americanos con los que no eran pertenecientes a sus red de parentezco tribal) a quienes no habían constituido parte original de la ciudad o del grupo. Los "no gente" o plebeyos, opuestos en naturaleza jurídica y política a los patricios, fueron conviertiéndose con el tiempo en un grupo heterogéneo que incluía a prósperos mercaderes hijos de antiguos extranjeros que se habían enriquecido, a los trabajadores asalariados desposeidos de cualquier propiedad y a todo aquel que no contaba con el reconocimiento oficial por parte de la ciudad, esto es, todo aquel carente de derechos.

Este grupo heterogéno exigió, en algún momento, la participación política y el reconocimiento de algunos derechos como ciudadanos en un proceso de lucha contra los patricios. De ahí que la plebs o plebeyos sea una signatura que vincula la noción "pueblo" con un grupo que, estando excluido (los "no gente"), va ganando terreno mediante la lucha contra los que ostentan el poder político, o sea, los patricios (diríamos en buena lógica dialéctica "la gente" como todavía, por un uso colonialista de la expresión, se dice en nuestra América para diferenciar a alguien culto de alguien que es un "indio" o un mal educado).

Con el tiempo llega la noción a un nivel técnico jurídico-político que hemos citado ya en Cicerón. La noción al tecnificarse adquiere un nuevo estatus, pues, hace mención de un "consentimiento del derecho" y de una "comunidad de intereses". Podemos apreciar que esa comunidad de intereses bajo el consentimiento del derecho es lo que hoy entedemos en forma abstracta por nación, el pueblo como concepto que hace referencia a los hombres que ocupan un territorio nación.

Pero la signatura no se agota, pues, la palabra pueblo también alude a una población circunscrita por un contexto rural, el "pueblo", el epicentro urbano de menores dimensiones que se ubica como la "cabecera" de un campo. En este sentido se usa en la canción colombiana popular "ayer me echaron del pueblo", como queriendo decir ayer me sacaron de la aldea, de la villa.

De otra parte, pueblo lo vamos a entender en un sentido político contemporáneo con tono crítico liberador ¿Qué significa pueblo en un contexto político crítico y liberador? Significa que la crítica ha de abrir y ampliar las posibilidades de la signatura pueblo hacia la construcción de un orden político nuevo en el cual los excluidos no sólo sean incluídos, sino que puedan ser llevados más allá de un régimen tradicional injusto. La crítica propone vislubrar teóricamente un estado de cosas que en el campo político habilite unos principios normativos mínimos para el ejercicio político, materializados en instituciones que eviten la configuración de exclusiones y la opresión política.


Desde esta perspectiva, la signatura pueblo nos va a vincular con otros sentidos y significados, por ejemplo, nos vincula con la idea de una "comunidad que está unida bajo el interés de la promoción, conservación y dignificación de la vida". Este es en últimas el fin al que tiende una comunidad de hombres como comunidad política. La signatura nos lleva a considerar que pueblo es, a su vez, el contenido material de lo político, su fin y su fundamento empírico real. Pueblo nos conecta en un sentido crítico liberador con la idea de una comunidad política que busca "la producción, reproducción o desarrollo auto/responsable de la vida de cada sujeto humano en una comunidad de vida" (E. Dussel).

Siendo así, podemos afirmar aquí que "pueblo" para nuestro Círculo crítico político es una "comunidad de vida", a lo que agregaríamos, comunidad que es consciente de la dignificación de la vida a partir de instituciones que aminoran el impacto de las exclusiones sociales y de la opresión de unos hombres sobre otros. Notemos que aquí estamos generando una analogía (gracias a la función de signatura de la palabra pueblo) con la experiencia liberadora de la plebs romana, de los pebleyos romanos, en tanto que pueblo nos remite a un grupo que permanece activo en su preocupación por evitar la exclusión y la falta de dignificación de la vida en cualquier hombre.


En esto comulgamos conceptualmente con Enrique Dussel (uno de nuestro mentores). Este pensador argentino-mexicano señala en su librito 20 tesis políticas que la "comunidad política o pueblo" se halla en el margen de una organización política que no cumple todas las demandas que, como organización humana, debería alcanzar. De este modo queda un "remanente", un "resto", un sobrante a esta organización política que no es atendido en sentido material por las instituciones que se han configurado para el bienestar de todos. Desde este resto aparece el "pueblo" como agente tranformador de un hegemonía política que permite, promueve o es indiferente frente a la exclusión. Por ello el pueblo lucha, es lucha de reivindicaciones.

La signatura pueblo nos lleva a la función activa, participante. Es un resto que no se cruza de brazos en una simple etiquetamiento sino que se alza, no sólo en las armas o en la protesta o en la reunión del panfleto, sino en la información, la autoformación política, el análisis crítico de las situaciones. Es un grupo que aprende a conducirse por sí mismo para ir gestando desde su seno instituciones políticas más justas. Un pueblo que, por ejemplo, crea la mesa de la barriada que brinda información sobre la situación de la zona y el modo posible de organizarse para controlar los recursos económicos de un pequeño sector de la ciudad y verificar que sean canalizados hacia la promoción de la vida con calidad, eso es actividad de resistencia, actividad política y fuerza de tranformación.

Muchos autores contemporáneos han definido al pueblo como multitud organizada por oposición a la mera multitud reificada (sustancializada y momificada en la noción) de pueblo (Negri). También es definido el pueblo como bloque activo que se integra y se desintegra, que puede dispersarse en tiempos de conformidad o puede reunirse cuando necesita rescatar su fuerza y su poder. En este sentido habla Gramsci del pueblo como bloque, como arena que se junta para formar una roca o como roca que se dispersa en muchos granitos, sobre todo cuando se le sabe golpear (!que imágen!).

Lo interesante de todo esto es que pueblo siempre significa algo que es activo, no una cosa. Es una comunidad de vida que tiene fuerza y poder porque es dinámico, en el pueblo hay dynamis (movimiento) y energeia (energia), en el pueblo hay una potencia, un poder. Por eso, cuando el poder es una manipulación sostenida por un gobierno al que se ha conferido el poder, el pueblo puede recuperar ese poder como energía de una comunidad de vida que se activa en la lucha contra el régimen injusto, el pueblo en este sentido es una fuerza tranformadora, una potencia (posibilidad de ser) que deviene actualidad del ser (realidad con consistencia) y esto es muy aristótelico pero es cierto. Para autores como Dussel existe siempre una actividad reivindicativa de derechos que ejerce el pueblo como comunidad de vida. Derechos de todos los excluidos políticamente: obreros, feministas, homosexuales, enfermos, ancianos, indígenas, desempleados, negros, campesinos, inmigrantes, etc. Derechos que al ser reclamados mediante la fuerza transformadora del pueblo gestan una nueva realidad, una más próxima a la justicia.

Esta idea de pueblo activo se complementa muy bien con la idea de Foucault acerca de la distinción entre población y pueblo. La población en Foucault es el blanco del biopoder, es decir, de la regulación disciplinaria y de la domesticación del hombre (más o menos lo que hacemos los profesores en aula cuando nos sentimos obligados a imponer la disciplina, sólo que Foucault habla a nivel del Estado, por ejemplo, domesticación de resignarse y no criticar, domesticación de sentirse satisfecho porque ahora podemos ir de vacaciones a la costa Atlántica con la comioneta que compramos [y que estamos pagando a plazos], domesticación que nos pone contentos con estas políticas de seguridad mezquina y clasemedierabaja a pesar de que la educación empeora, la pobreza avanza, la salud desmejora, los desplazamientos campesinos continuan y los falsos positivos pasan como sí nada). Para Foucault el pueblo es aquella parte de la población que se resiste a ser tratada como tal, es decir, como mero sujeto de necesidades y, en tanto que resistente, pretende gobernarse a sí mismo porque es consciente de que el poder es su actividad y que el ser de su realidad lo gesta a su voluntad.

En conclusión, pueblo no es sólo la gente sustancializada en abstracto que vive en un país. Esa sustancialización de pueblo nación que los comentaristas deportivos indican cuando la selección Colombia juega un tornéo de fútbol y que alude a un pueblo como etiquetamiento sin contradicciones y lejos de la esfera material de las necesidades de la vida (con todo respeto por el deporte). Pueblo en política tampoco es la aldea donde nacemos, aunque esta aldea puede ser el foco de una tranformación política si su pueblo, ya no como aldea sino en su sentido politico, se organiza y evita la corrupción de su localidad. Pueblo en sentido político no es una etnia objeto de estudios antropológicos, podría ser pueblo político cuando conviertan al antropólogo en un testigo de su acción tranformadora, liberadora. Pueblo políticamente hablando es una comunidad de vida con poder (fueza, actividad) para pensar, resistir, actuar y, en el mejor de los casos, transformar realidades de exclusión y opresión.


Yecid Calderón Rodelo




San Pedro de Los Pinos, Ciudad de México, junio de 2010.

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